Cada grano es cultivado a mayor altitud, recolectado a mano y seleccionado por su calidad, sin defectos. Todo el proceso se cuida al milímetro para conservar su sabor original.

El café comercial suele mezclarse y tostarse en masa, el de especialidad respeta el origen y el perfil único de cada finca. Esto se traduce en aromas más limpios, sabores más complejos y una taza que cuenta una historia.

Elegir café de especialidad es apostar por la calidad, la sostenibilidad y el sabor real. Es café con nombre y apellido, producido por personas que creen en hacer las cosas bien. Una experiencia que empieza con el primer sorbo.